Rabietas de alta sensibilidad, rabietas de alta intensidad
Sabemos que los niños pequeños (unos antes otros después, pero ningún niño sano se las salta) tienen rabietas. Lo que ocurre es que en los niños altamente sensibles hay algunos “extra”. Y puede que si nunca lo habías oído antes te preguntes qué tipo de niños son estos y es lo que te voy a contar.
La alta sensibilidad es un aspecto de nuestra personalidad (descubierto y estudiado por la Dra Elaine Aron) que poseemos en torno al 20% de la población y que tiene unas características comunes para todos los PAS (personas altamente sensibles) y que se pueden manifestar de distinta manera en cada persona.
Se trata de un rasgo que supone un alto nivel de consciencia y empatía elevados, una intensidad emocional a menudo desbordante, un sentido de la percepción a las sutilezas muy desarrollado y saturación o bloqueo por sobreestimulación.
En palabras simples se trata de niños y adultos que recibimos un nivel de información a nivel emocional y sensorial (de forma insconsciente) muy alto y la procesamos de manera muy profunda, por eso a veces los niños altamente sensibles tienen rabietas realmente ÉPICAS.
Ilustrándolo con un ejemplo:
Pablo cumple hoy 3 años y lleva semanas escuchando lo poco que falta para el gran día, está emocionado a niveles extremos, ansioso y nervioso porque no comprende del todo qué es lo que va a pasar.
Sabe que habrá una fiesta, que estarán sus amigos y recibirá regalos y percibe que las personas de su alrededor esperan que todo eso a él le ponga contento y le haga ilusión, que demuestre lo feliz que está de celebrar su día con todo el esfuerzo que han puesto sus padres en hacer una súper fiesta de Spiderman para él, pero en el fondo él se siente agobiado, asustado y confundido, porque no sabe cómo expresar que todo lo que le explican no le genera precisamente alegría.
Pero se esfuerza por hacer lo que se espera de él.
Llegan al parque de bolas, un sitio lleno de estímulos, colores, juegos, juguetes, música alta, globos que pueden explotar en cualquier momento, olor a comida y gente que no para de llegar y acercarse, saludarlo, tocarlo, y cada vez se siente más abrumado por dentro sin saber explicárselo a sus padres.
Y llega el momento de la tarta y BOOM, Pablo explota en una rabieta: se pone a llorar pidiendo que se callen, saturado ante el estruendo que supone en su cabeza escuchar a 25 personas (niños y adultos) cantando el cumpleaños feliz a la vez, con la canción del parchís de fondo, mientras le miran, aplauden…
Sus padres le reprochan su rabieta, su llanto y su falta de agradecimiento para con los invitados, Pablo se siente muy triste y avergonzado.
Esto mismo puede pasar en muchísimos otros contextos a diario.
El niño altamente sensible vive su emocionalidad de una manera que le desborda, no elige ser “dramático” lo siente todo a flor de piel.
Tal y como funciona el mundo y nuestra sociedad hoy, los niños pequeños están sobreestimulados a diario.
Todo ocurre de prisa, los dibujos tienen mil colores, en el colegio hay unos 25 niños por aula hablando y trabajando, no hay tiempo para que una sola maestra pueda gestionar las emociones de tantos pequeños, y todo se va a acumulando.
De vuelta del cole un perrito abandonado en la calle que les entristece, llegan a casa y perciben a mamá nerviosa, a papá cansado, olores que les molestan, ropa que les pica, todo el tiempo poniendo su cerebro al límite del estrés y eso sin duda no es saludable para su desarrollo.
¿Qué podemos hacer como adultos para evitar esto?
- ACEPTACIÓN y adaptación. Comprender cómo funciona el cerebro de un niño PAS
- Reducir los estímulos en casa, sin TV o música de fondo todo el rato
- Evitar ambientadores artificiales y olores o perfumes fuertes
- Comprobar bien el contenido digital al que acceden los niños
- Elegir ropa de tejidos suaves, retirar etiquetas y comprobar costuras
- Dar ejemplo de gestión emocional, cuidar nuestras relaciones familiares
- Evitar los gritos
Ser empáticos, respetuosos y muy conscientes de lo que supone para él/ella vivir el mundo de esa manera, para ponérselo fácil.
Porque un pequeño altamente sensible que es criado de manera adaptada a su alta sensibilidad crecerá en la aceptación, con una autoestima fuerte que le permitirá convertirse en un adulto pleno, feliz y consciente de todo lo que su rasgo puede aportarle de forma positiva en su forma de sentir y vivir la vida.
Ser PAS no es un trastorno ni enfermedad, sólo requiere de un extra de implicación e información por parte de los educadores para que ellos puedan dedicarse simplemente a SER. Noelia Rodriguez Izquierdo, autora del post, lo explica perfectamente aquí.
Noelia es especialista en crianza y desarrollo personal a través de la alta sensibilidad, mujer PAS y madre de 2 niños altamente sensibles. Puedes ver su trabajo en su página web.
Artículo original publicado en Maternidad Continuum